De vez en cuando es saludable revisar nuestras propias creencias, buscar puntos débiles en nuestros razonamientos o lagunas en el conocimiento fundamentales para su construcción. Es un ejercicio que nos permite reforzar aquello que lo requiera o, incluso más importante, descartar lo que carece de fundamento.
En esta ocasión quiero repasar la cuestión de si existe una forma de gobierno mejor que las demás.
Generalmente, la respuesta mayoritaria suele ser: la Democracia. Sobre esta respuesta me surjen varias dudas:
Otras personas, opinan que en realidad hay, al menos, una opción mejor: la Dictadura. O mejor dicho una forma concreta, la «Dictadura benevolente». En mi opinión, los mismos argumentos que suelen emplearse para la dictadura benevolente se podrían emplear para una tiranía o una oligarquía moderna.
Platón, hace unos 2400 años dijo en «La República» 1 que la oligarquía, la democracia y la tiranía (en ese orden) eran las mejores formas de gobierno. Churchill dijo en 1943 que «La democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado» 2.
Pongo aquí unos debates interesantes organizados por Inteligence Squared relacionados con el tema.
Se trata de una cuestión compleja. Existe mucho de ideología en las posibles razones, incluso en aquellas que traten de centrarse en hechos históricos. Al fin y al cabo, todo gobierno ha sido construido inicialmente de manera más o menos experimental, aunque se hayan basado en experiencias previas, partiendo de unas condiciones iniciales muy particulares que han determinado su evolución en una dirección concreta. Resulta casi imposible negar que bajo otras condiciones el resultado podría haber sido diferente. Cualquier hecho histórico está, por tanto, sujeto a interpretaciones subjetivas dificilmente descartables de manera objetiva.
Finalmente, y antes de continuar, cabe destacar otra cuestión subjetiva que será necesario aclarar más adelante. Cuando nos referimos a «la mejor» forma de gobierno ¿Que criterios son necesarios para determinar dicha cualidad?.
Antes de comenzar la tarea analítica, me gusta tomarme un tiempo previo para repasar mis propias convicciones. Puede ser útil, durante el proceso y a posteriori, para detercar posibles inclinaciones que hayan afectado a la imparcialidad de las conclusiones.
Falta de innovacion en las formas de gobierno históricas. En la historia no hay una gran heterogeneidad de casos que estudiar, especialmente en la modernidad donde la Democracia, la Dictadura y unos pocos casos híbridos sirven como fuente de información.
En la actualidad, la forma más extendida es la Democracia. Quizás se pueda a sumir que esta prevalencia es el resultado de la selección en un proceso evolutivo político-social. Si es la forma más extendida es probable que se deba a que se trata de la mejor opción.
Populismos e incultura. Los mayores riesgos de la Democracia son los populismos, que creo tienen mayor efecto
Antes de analizar con cierto detalle esta relación desde un punto de vista histórico, resulta necesario establecer algunas consideraciones importantes.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que los Estados no son entes aislados, sino que más bien son parte integrante de una «sociedad globalizada» lo que ha condicionado y seguirá haciendo su propia evolución. Para comprender su evolución no sólo se debe de tener en cuenta sus características internas sino su relación con otros países.
Hhay que mantener una clara diferenciación entre aquellos países históricamente más desarrollados e independientes y aquellos que han sido sometidos al dominio imperialista como colonias. Las relaciones de poder de unos sobre otros, ha supuesto la explotación de los recursos naturales y humanos de los países más «débiles»; así como la destrucción parcial de sus propias culturas y tradiciones.
En cualquier caso, la mayoría de países han sufrido igualmente gran inestabilidad debido a conflictos bélicos propios (ya sea por guerras civiles, revoluciones o guerras con otros países). Incluso aquellos que han tenido la suerte de no participar en guerras han podido sufrir las consecuencias indirectas. Estas consecuencias, a veces devastadoras, impactan sobre la economía, el bienestar y lo cultural. En ciertos casos podría discutirse que han tenido efectos beneficiosos, como en el impulso de la innovación tecnológica, pero siempre con un alto coste humanitario y cultural.
En segundo lugar, a pesar de que existe una tendencia evolutiva global en las sociedades, hay que tener en cuenta que la historia universal no es una sola, a pesar de que sí existe un tendencia a la homogeneidad global. Todo país parte de sus propias condiciones iniciales, marcadas por sus características geográficas y climáticas, culturales y su relación con los vecinos más cercanos. Las diferencias culturales en particular, han son de vital importancia para comprender la evolución económica y política.
Finalmente, es conveniente acotar el período de análisis. Para ello he considerado el período comprendido entre lo inmediatamente anterior a la revolución industrial y la actualidad. Se podría preguntar alguien la razón de dicha elección. Se debe a dos razones principales; por un lado, es un fenómeno global, que además es relativamente fácil de identificar cuando comienza (aunque sea en momentos distintos según el país o región) y por el otro, porque supuso el ḿás reciente cambio de paradigma técnológico con consecuencias sociales.
Nota: Es posible que la «revolución digital» sea igualmente transformadora pero aún es demasiado pronto para analizar en profundidad sus efectos políticos.
Cualquier marco temoral en un estudio comparativo siempre implica tener en cuenta ciertas diferencias debido a la hetereogeneidad y asincronísmos nacionales. En cualquier instante dado, las condiciones iniciales de unos países son muy distintas a las de otros; unos pueden encontrarse en una fase de desarrollo u apogeo, mientras que otros están inmersos en un periodo de inestabilidad o declive. Es decir, las condiciones iniciales particulares son distintas. Será necesario tener en cuenta dichas diferencias para evitar errar en las conclusiones.
La relación entre el sistema político y el crecimiento económico de los países es compleja. Teniendo en cuenta la historia global, tanto el crecimiento económico como el surgimiento de sistemas políticos más liberales han ocurrido en diferentes momentos y en diferentes contextos, lo que dificulta determinar si realmente existe una relación causal entre ambos. En algunos casos, el crecimiento económico ha precedido al surgimiento de sistemas políticos más liberales y en otros, a la inversa.
En cualquier caso, Es posible, que esta sea una de las razones por las cuales países con sistemas políticos menos liberales han podido disfrutar de cierta mejoría económica antes de su transición democrática. La inversión extranjera y el comercio internacional resultan fundamentales para cualquier país, independientemente de sus propias características políticas y económicas.
Durante el siglo XVI y parte del siglo XVII, la economía europea estaba dominada por la agricultura y el comercio marítimo, y los gobiernos nacionales eran principalmente monarquías absolutas. A medida que la economía se fue industrializando en el siglo XIX, surgieron nuevos sistemas políticos, como el liberalismo y el socialismo.
Es decir, tanto en Europa como en EE.UU. el crecimiento económico, impulsado por la Revolución Industrial, ha precedido al surgimiento de las democracias. Posteriormente, durante el siglo XX, el Estado del bienestar se convirtió en un modelo popular impactando significativamente en la distribución de la riqueza y el mejoramiento del bienestar.
En los países de Europa del Este, con el colapso de regímenes autoritarios en los años 90, principalmente la Unión Soviética, provocaron la transición hacia sistemas políticos más liberales, y luego fue seguido por un aumento en el crecimiento económico.
La economía de los países del sur de Europa, a pesar de cierta industrialización, se mantuvo primordialmente agrícola. Los sistemas políticos sufrieron de mucha inestabilidad hasta pasada la Segunda Guerra Mundial. Incluso después, algunos como España y Portugal seguían teniendo formas de gobierno dictatorial, lo que no evitó cierto crecimiento económico gracias a la inversión extranjera, modernización de infraestructuras e inversión en Educación. Posteriormente, tras su transición hacia sistemas parlamentarios democráticos, comenzaron su integración en la Unión Europea lo que impulsó en mayor medida el crecimiento económico.
Algunos países asiáticos, han experimentado un fuerte crecimiento económico a medida que sus sistemas políticos se han vuelto más estables y sus economías se han abierto a la inversión extranjera. Este crecimiento económico ha sido impulsado por políticas pro-crecimiento y una mano de obra altamente calificada.
Japón, al principio del siglo XX, estaba en plena industrialización y estaba experimentando un fuerte crecimiento económico. El país había establecido un sistema político imperialista y autoritario, y su economía estaba basada en la exportación de productos manufacturados y en la conquista de colonias. El país se convirtió así en una potencia mundial tanto en lo militar como lo económico antes de la Segunda Guerra Mundial.
Corea del Sur, por su parte, no experimentó un crecimiento económico significativo hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando fue liberado de la ocupación japonesa y comenzó a establecer su propia economía y sistema político liberal.
En China, el crecimiento económico ha precedido al surgimiento de sistemas políticos más liberales. Desde la reforma económica de 1978, China ha experimentado un crecimiento económico sin precedentes, impulsado por políticas pro-crecimiento y una apertura a la inversión extranjera. Sin embargo, el sistema político de China sigue siendo autoritario y no se considera un sistema político liberal.
Históricamente, ha habido casos en los que el crecimiento económico ha precedido al surgimiento de sistemas políticos más liberales. Por ejemplo, durante el siglo XIX, el crecimiento económico en Europa y América del Norte fue impulsado por la Revolución Industrial, y luego fue seguido por la expansión de sistemas políticos más liberales, como la democracia y el capitalismo.
En otras ocasiones, el surgimiento de sistemas políticos más liberales ha precedido al crecimiento económico. Por ejemplo,
En general, existe una relación estrecha entre el crecimiento económico y los sistemas políticos. Un sistema político estable y un marco legal sólido son esenciales para promover la inversión y el crecimiento económico, mientras que el crecimiento económico también puede ser un factor importante en la estabilidad política. Por lo tanto, es posible que ambos factores influyan mutuamente en diferentes momentos y en diferentes contextos.
Desde un punto de vista histórico parece que existen una serie de factores más o menos esenciales para el desarrollo económico y mejoramiento del bienestar de la población de un país, fundamentalmente:
Cumpliendo lo anterior se facilita la innovación y desarrollo tecnológico que han soportado a su vez el crecimiento económico y aumento del bienestar social. No obstante lo indicado, si bien es deseable una estabilidad política que no menoscabe los desarrollos sociales, esto no siempre se ha dado en épocas de gran desarrollo tecnológico o económico, o al menos en momentos directamente anteriores al comienzo de una nueva tendencia.
Puede parecer llamativo también que en lo relativo a política, no haya incluido un sistema democrático. La razón se debe a que en el pasado algunos países han desarrollado fuertemente su economía y mejorado el bienestar con regímenes autoritarios. China es el mejor ejemplo actual. Sería una cuestión puramente especulativa e irresoluble tratar de determinar como se habría desarrollado en un sistema político más liberal y democrático.
En cualquier caso, si que parece evidente que los sistemas democráticos en conjunción con el liberalismo económico han influido positivamente en la estabilidad política y desarrollo socioeconómico de los últimos tiempos.