La lucha contra las especies exóticas invasoras es un problema complejo que requiere de un análisis profundo y una planificación meticulosa, fundamentada en estándares técnicos y científicos. Es crucial adoptar una visión holística del problema, considerando sus raíces en todos los ámbitos de la sociedad, para desarrollar métodos efectivos.

Si no se implementa un conjunto amplio de soluciones efectivas, los recursos económicos se desperdiciarán y el problema persistirá. Mientras no se controlen las especies exóticas de flora y fauna, su expansión continuará. Dicha expansión se acelera con el paso del tiempo y el incrremento de las zonas afectadas. Por lo tanto, esfuerzos aislados y limitados no serán suficientes.

El enfoque no debe centrarse únicamente en eliminar las especies invasoras presentes en el medio ambiente. Es necesario también prevenir su introducción. Actualmente, nuestro modelo de gestión es reactivo y debe evolucionar hacia uno preventivo. Los esfuerzos de las administraciones públicas y la sociedad civil deben abordar:

  1. Prevención: Evitar la introducción de nuevas especies.
  2. Reacción: Eliminar especies invasoras existentes o mitigar sus efectos.

El control de calidad y seguimiento del progreso de los proyectos es esencial para garantizar resultados esperados. El modelo debe ser lo suficientemente flexible para adaptarse a cambios. Se debe involucrar a todas las partes interesadas: ciudadanía, comunidad científica y educativa, población rural, empresas privadas, etc.

Propongo revisar el modelo actual de gestión para determinar un conjunto completo de soluciones viables. Algunas posibles medidas incluyen:

  1. Prohibición de la introducción de cualquier especie animal y vegetal, enfocándose en jardinería y mascotas. Creación en un régimen sancionador que redunde en una mejor financiación del proyecto.
  2. Promoción de políticas en ayuntamientos y municipios de jardinería en espacios públicos basada en especies de la Macaronesia, reduciendo el riesgo de propagación de especies alóctonas y mejorando la gestión de recursos hídricos.
  3. Ayudas o reducciones fiscales a viveros, empresas de jardinería privadas, comunidades de vecinos y complejos turísticos que utilicen plantas autóctonas.
  4. Inclusión de población en paro, especialmente en áreas rurales, en actividades de control, bajo supervisión profesional para garantizar la calidad de las acciones.
  5. Implementación de una “ecotasa” para financiar la recuperación del medio ambiente y la biodiversidad.
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