Se entiende a “crecimiento económico” como la variación en la actividad económica, ya sea la doméstica (incremento de salario) industrial (incremento en producción), comercial (incremento en ventas o exportaciones), etc…
En la actualidad se emplea como indicador principal al PIB (Producto Interior Bruto) o , en inglés, GDP (Growth Domestic Product). Dicho indicador es en realidad una relación compleja de diferentes medidas y estimaciones esconómicas. Se tiene en cuenta tanto datos provenientes de la economía formal como de la sumergida y actividades ilegales (como la venta de drogas). Por tanto, el PIB es un buen indicador de la actividad económica.
El crecimiento económico y, por consiguiente, el aumento del PIB no necesariamente implica un incremento en la “calidad” económica, ni social, aunque generalmente las economías con mayor PIB también son las que cuentan con mejores sistemas socio-económicos.
Otros indicadores relacionados con la calidad de vida, salud, medio ambiente, integración e igualdad social, solidaridad y actividad comunitaria o voluntariado entre otros resultan mucho más específicos y útiles para evaluar el nivel de bienestar social que, por supuesto, requiere de un nivel adecuado de desarrollo económico.