Algunos ejemplos de artefacto social, pueden ser el matrimonio o la amistad. Son tal cosa porque, por un lado, todos los partipantes son conscientes de la existencia del propio artefacto, de su participación en el mismo y de las reglas formales o informales que lo rigen, y por el otro, porque todos ellos son conscientes de que el resto de individuos son tambien conscientes de lo anterior.
Existen artefactos más o menos formales, pero en todos los casos pueden ser descritos con los mismos parámetros, a saber:
Salvo en los casos más formales, la mayoría de reglas de cada artefacto son implícitas, se han aprendido con la experiencia y no están enumeradas ni descritas explícitamente, y aceptan además cierto margen de variación en cuanto a su respeto por parte de los participantes. Dada la cierta ambigüedad y elasticidad que dichas reglas, porque estas no son exactamente las mismas en la mente de cada individuo, añade complejidad a las relaciones sociales.
En cualquier caso, una vez “conocidos” por cada uno su rol y las reglas que regulan su comportamiento, la bondad de cada participante se podrá determinar en base al grado de respeto y cumplimiento de dichas reglas implícitas para su rol particular. Como dije antes, para cada persona, las reglas pueden variar ligeramente, y si existe demasiada diferencia entre los participantes surge el conflicto. Este puede darse, básicamente por dos razones:
En el caso de no cumplimiento y todo el abanico de opciones intermedias, tiene, como ya se adelantó, la distinción de buena o mala fé. Esto, básicamente viene determinado por si el incumplimiento ha sido consciente o no, y de haberlo sido cuál es la naturaleza de dicha desviación intencionada. Es decir, existen unos “principios básicos”, que son anteriores al propio artefacto y pertenecen, más bien, a los cimientos de la sociedad en sí misma.
Alguno de dichos principios, pueden ser el respeto, la verdad y el bien, etc… Esto ya es otra cuestión.