Los argumentos de autoridad son aquellos en los que como razones aportamos lo que dicen otros. Es dicir, escudarse en una opinión que se considere solvente.
Cuando queremos sostener una afirmación, no hay nada más socorrido que escudarse en una opinión que se considere solvente y a la que hacemos responsable de nuestras afirmaciones.
El recurso a la autoridad puede producirse por
Para hablar de argumento es preciso que se produzca una afirmación controvertida, es decir, que debe ser probada y que busca amparo (como razón) en una autoridad.
Los requisitos que deben cumplir sus premisas son, que se trate de una autoridad:
Por su parte la fortaleza del argumento puede ser:
Mientras que sus principales falacias son:
De manera esquemática, el Argumento de Autoridad se puede representar como sigue:
Este esquema necesita ser ampliado porque en él se ocultan dos sobreentendidos que no siempre son ciertos.
Adicionalmente debemos exigir que la autoridad citada sea concreta, competente, imparcial y no contradictoria con otras.
Ej: Alguien dice que A es B.
¿Es Alguien una autoridad concreta, competente en la materia e imparcial?
¿dice realmente que A es B?
y ¿lo que afirma no está en contradicción con lo defendido por otros expertos.?
Luego A es B
Tal vez el argumento suscite desconfianza, en tal caso debemos preguntarnos sobre la fuente y sus afirmaciones:
Una autoridad debe aportar los datos que justifican sus opiniones si se le solicitan. Se deben solicitar. Nos importa conocer no sólo la información que ofrece la fuente, sino su fundamento. Preferimos convertir los argumentos de autoridad, siempre dudosa, en pruebas
Cuando se nos escamotea la información no podemos ni aceptar ni rechazar el argumento. Lo consideramos una opinión.
Una fuente puede carecer de crédito por sus antecedentes, sus contradicciones con otras fuentes y, sobre todo, por su parcialidad.
Debemos desconfiar siempre de la independencia de las autoridades y preguntarnos si ¿Ha sido correctamente interpretada? es decir: - ¿Es una cita del original o de segunda mano? - Si es original, ¿se puede comprobar? - Si es de segunda mano, ¿es exacta? y si no es exacta, ¿por qué?
Puede haber sido mal interpretada por equivocación, por idioma, términos técnicos, por deducciones del interprete o por intención del intermediario buscando la manipulación.
¿Es coherente con lo que afirman otras autoridades del mismo campo? Si discrepan es porque el problema no está claro o no disponen de un conocimiento objetivo, con lo cual, lo que nos trasmiten son conjeturas individuales
Si, planteada una o más de estas preguntas, recibimos una respuesta satisfactoria, debemos considerar que el argumento es razonable y la conclusión admisible. Si no hay respuesta o ésta no es satisfactoria, el argumento debe ser considerado débil (que concluye sin fundamente suficiente) o, peor aún, sospechoso de falacia (que trata de engañarnos).
Si se nos ofrece la opinión de un experto, podemos refutarla aportando otras citas de autoridad, sean del mismo valor (con lo que se equilibran las posiciones), sean de mayor peso. Un técnico anula a otro técnico.
Un argumento de autoridad puede ser:
Llamamos falaz al mal argumento de autoridad que se emplea abusivamente y distinguimos dos tipos:
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