Introducción

La analogía nos autoriza a tratar casos diferentes como si pertenecieran a la misma regla o, dicho de otra manera, nos permite ampliar el alcance de una regla, de una generalización, de una norma, de una ley, a los casos semejantes.

Es un razonamiento basado en la comparación entre semejantes (A pari = igualdad). Trata de probar un suceso particular a partir de otro particular (un ejemplo), apoyado en la semejanza que existe entre ambos.

El esquema del argumento analógico sigue la siguiente estructura:
razón: A es P y la razón suficiente para ello es R;
semejanza: B es semejante a A porque es igual en R;
sin excepción: y no hay nada excepcional en el caso que impida la conclusión.
conclusión: Por tanto B es P, por la misma razón que A.

La fuerza depende de que la semejanza sea relevante y las diferencias no. La analogía cobra fuerza cuando:

Llamamos Falacia de Falsa Analogía, a todo argumento analógico que no se apoya en una semejanza relevante u olvida diferencias cruciales que impiden la conclusión.

En la simetría del argumento a pari se apoyan los argumentos de reciprocidad.

Con la Regla de Justicia como premisa complementaria, se forman la analogía judicial, la apelación al precedente, y la apelación al agravio comparativo. Del mismo modo se recurre al modelo.

La analogía es una de nuestras principales fuentes de conocimiento, un auxiliar indispensable para la construcción de conjeturas e hipótesis.

El Argumento

Las experiencias repetidas nos invitan a generalizar por inducción, y una vez que disponemos de una regla general, podemos aplicarla ante cualquier caso nuevo del mismo género.

Ej: Los gatos son egoístas y perezosos.

Los perros son leales y alborotadores.

por tanto -> Si compras un gato, será egoísta y perezoso

o

Si ayer tardé treinta minutos en llegar al aeropuerto,

supongo que hoy me costará lo mismo.

En caso de carecer de regla general, hurgamos en nuestra memoria o volvemos la vista a nuestro alrededor en busca de algo parecido que nos sugiera la solución

Ej: Las alubias me sentaron mal.

Las lentejas son semejantes a las alubias.

Luego, probablemente, las lentejas me sentarán mal.

En un argumento por analogía decimos que: X es B porque es como A, y los A son B.

Con este razonamiento, nuestras conclusiones solamente pueden ser probables. La mera semejanza no permite afirmaciones categóricas. Siempre cabe que existan diferencias no percibidas que den al traste con nuestra conclusión.

En resumen, cuando nos encontramos ante un caso dudoso, oscuro o difícil de entender porque carecemos de una regla que lo considere, tratamos de compararlo con algo que forme parte de nuestra experiencia más familiar. El argumento analógico salta de un caso a otro. Prueba un suceso particular con otro también particular. De lo observado y conocido inferimos lo no observado y desconocido apoyados en la semejanza que percibimos entre uno y otro.

Puntos de apoyo

Casos aislados

Podemos traer como ejemplo un caso aislado

Ej: Este robo probablemente lo ha realizado la banda del Cojo.

Es muy parecido al robo que cometió recientemente esta banda

La verosimilitud del resultado se acentúa si, en lugar de un ejemplo, disponemos de varios que comparten las mismas características.

Ej: La reforma de la enseñanza será un fracaso,

porque corresponde en sus puntos esenciales a la que se hizo en Francia y fracasó.

frente a

La reforma de la enseñanza será un fracaso,

porque corresponde en sus puntos esenciales a la francesa, que fracasó

y no se diferencia en nada sustancial de las que se hicieron en Bélgica y en Dinamarca, que también fracasaron.

Generalizaciones

Podemos traer, no ya los ejemplos aislados, sino toda una generalización que, aunque no se refiera específicamente a nuestro problema, albergue otros parecidos.

Lo mismo hacemos con las normas morales o legales para extender su aplicación a casos que no están incluidos de manera específica en ellas.

Ej: Si está prohibido fumar en clase, también lo estará en la biblioteca

Semejanzas

La semejanzas se basa en la misma razón, es decir, la razón que sustenta las afirmaciones es la misma que la de la conclusión.

Ej: La razón por la que las alubias te sientan mal es que son leguminosas (igual que las lentejas).

La razón por la que tardé treinta minutos en llegar ayer al aeropuerto es que el tráfico era fluido (igual que hoy).

Está prohibido fumar en el aula (porque molesta a los no fumadores).

Fumar en la biblioteca molesta igual.

Diferencias

Por tratarse de casos semejantes (que no iguales), es decir, iguales en algunas cosas y distintos en otras, podría ocurrir que las diferencias propias del caso impidan la aplicación de la regla.

Nuestro argumento analógico precisa, pues, no sólo buscar amparo en las semejanzas que hacen al caso, sino asegurar que las diferencias son irrelevantes para la conclusión. Que no se trate de una excepción.

Fuerza del argumento

El argumento analógico no es concluyente. No demuestra nada. Se limita a sugerir que las cosas son, probablemente, como se supone, pero no lo sabremos hasta que la experiencia lo confirme o lo refute.

Como todas las argumentaciones indirectas, sirve para orientarnos cuando los hechos no están a nuestro alcance. La analogía nos dice que algo es, probablemente, cierto, útil, justo o prudente. No lo asegura, pero nos permite tomar decisiones y actuar con fundamentos racionales.

La verosimilitud se refuerza cuando aportamos más de un ejemplo. Además resulta más persuasivo cuando los ejemplos son de origen diferente.

Así mismo, la semejanza entre los casos comparados será mayor cuantos más circunstancias compartan.

Falacia “Falsa Analogía”

Falsa Analogía
es todo argumento analógico que no se apoya en una semejanza relevante u olvida diferencias cruciales que impiden la conclusión.

Refutación

Hay tres caminos para responder a una falsa analogía:

Diferencias relevantes

Probando que la diferencia es más relevante que la semejanza para la conclusión.

Siempre que topamos con una comparación cabe tanto la posibilidad de una analogía (existe semejanza relevante) como la de su rechazo (son más relevantes las diferencias).

Se puede subrayar tanto una cosa como la otra porque en los argumentos por analogía pesa extraordinariamente la voluntad de quien expone y de quien recibe el razonamiento.

El problema de los políticos es tener que proponer cosas muy parecidas a las de sus adversarios de modo que parezcan completamente distintas.

¡No negamos las semejanzas! Existen, sin duda, pero no son relevantes. Nos limitamos a señalar que hay diferencias significativas, por lo que deben ser considerados casos distintos a los que no se puede juzgar con el mismo criterio. Tratar del mismo modo situaciones desiguales es tan injusto como juzgar situaciones iguales de modo diferente.

Ej: Ha robado, pero no es lo mismo robar a un rico que a un pobre.

Los derechos humanos los inventaron los seres humanos con un cierto nivel de racionalidad. Pero una vez inventados, se aplicaron a todos los miembros de la especie, incluyendo a los recién nacidos, a las personas discapacitadas intelectualmente, etc. Por tanto, para ser coherentes, deberemos aplicarlos también a los seres de otras especies que tienen al menos tanto nivel de racionalidad como esas personas.

En otras palabras:

A los seres humanos discapacitados les reconocemos derechos humanos. Algunos simios son semejantes intelectualmente a los seres humanos discapacitados. Luego, para ser coherentes, debemos reconocer derechos humanos a algunos simios.

No discutiremos las semejanzas. Nos bastan las diferencias. Los seres humanos discapacitados son humanos, una condición en la que hemos decidido, por nuestro propio bien, no hacer excepciones con ninguna criatura. Tal condición de humano, y no la inteligencia, es la que fundamenta sus derechos. Los monos son otra cosa. Para respetar su vida y su liber­tad no precisamos una carta de derechos simiescos, sino im­poner­nos obligaciones que los humanos podemos acep­tar porque no somos antropoides.

Otra analogía

Proponemos, para el mismo ejemplo, otra analogía que sea más apropiada y, si es posible, que conduzca a una conclusión distinta u opuesta. Es una manera muy elegante de hacer ver que la comparación era incorrecta

Ej: Marte es un planeta parecido a la Tierra. De modo que si en la Tierra existe vida, es probable que en Marte también exista.

Diferencias Las condiciones (humedad, presión, temperatura) que ofrece Marte son incompatibles con la vida.

Otra analogía En mi opinión, Marte se parece más a la Luna que a la Tierra.

El presidente Reagan, en un discurso para solicitar fondos para la ayuda a la Contra nicaragüense, comparó a los contras con los patriotas americanos que lucharon en la Guerra de la Independencia. Un orador del Congreso, opuesto a la ayuda a los contras, comparó la situación de Nicaragua con la guerra del Vietnam

Reagan:

Lo razonable, en la Guerra de la Independencia, hubiera sido ayudar a los patriotas americanos. La situación de los contras nicaragüenses es semejante a la de los patriotas americanos. Luego, lo correcto en Nicaragua es ayudar a La Contra.

Congresista:

El error en Vietnam fue implicarse en un conflicto civil ajeno. La situación de Nicaragua es un conflicto civil ajeno (semejante a la de Vietnam). Luego, intervenir en Nicaragua constituirá el mismo error.

Reducción al absurdo

El recurso a la ironía y al absurdo absurdos pueden ser de gran ayuda.

Ej: Pretender que algunos monos tienen derechos humanos porque son relativamente inteligentes es como afirmar que los murciélagos ponen huevos porque vuelan.

Ante quien pretende aplicar una ley o una regla general al pie de la letra, olvidando su espíritu, pueden servir bromas como las siguientes.

En Inglaterra un hombre fue acusado de bigamia, y su abogado lo salvó demostrando que su cliente tenía tres mujeres

Usos prácticos

Reciprocidad

Al emplear la expresión tal como en los argumentos a pari, damos a entender que lo válido en un caso debe serlo igualmente en otro, con lo que venimos a sugerir que la relación entre ambos es simétrica. Es decir, lo que vale para el primero vale para el segundo y viceversa.

Esta simetría de las relaciones nos permite utilizar el argumento a pari en ambas direcciones. Por el contrario, no cabe un argumento a pari cuando la semejanza no es recíproca (no existe paridad en las relaciones).

Igualdad de trato

Por eso el argumento a pari se invoca como respaldo tácito en casos de agravio comparativo, el que se produce cuando, en las mismas circunstancias, se aplican soluciones que no son equiparables: ¿Por qué a ese sí y a mí, no? ¿Por qué para esto sí y para lo otro no? ¿Por qué antes sí y ahora no?

Precedente

Recurrimos también al argumento analógico cuando invocamos un precedente, es decir, cualquier cosa realizada con anterioridad y que parece obligarnos (para ser justos y razonables) a obrar en lo sucesivo de la misma manera.

Traslación de la analogía

Nótese que, de igual en igual, se puede trasladar la razón de manera sucesiva.

Ej: Si lo admites para Juan tendrás que admitirlo para Pedro, que está en la misma situación. Y si lo admites para Pedro ¿cómo se lo vas a negar al resto del equipo?

El modelo

Cuando inten­tamos exhortar una conducta y no podemos recurrir a la regla de justicia, apelamos a un ejemplo digno de imitación.

Ej: Deberías imitar en esto a tu padre, que nunca permitió que las dificultades lo amilanaran.

Por el contrario, el “contramodelo” es el ejemplo que se cita para disuadir de una conducta.

Conjeturas

La analogía constituye una de nuestras principales fuentes de conocimiento: todo aquello que no podemos aprender por experiencia directa o por que nos lo cuenta quien sabe, lo conjeturamos por analogía y sólo por analogía.

No podríamos entender a nuestros semejantes si prescindiéramos de la analogía, porque no sabríamos ponernos en su lugar.

Si algo ha ocurrido con anterioridad, puede ocurrir de nuevo por la misma razón; y, al contrario, si no ha ocurrido antes en circunstancias parecidas, no hay por qué temer que ocurra ahora:

Metáforas, símiles e ilustraciones

Con frecuencia recurrimos a las comparaciones, no como argumento, sino como ilustración. Explicamos cosas que no son conocidas comparándolas con las más familiares (reales o ficticias, como ocurre en las fábulas).

Cualquier exposición oral está plagada de comparaciones ilustrativas. Conviene no caer en el error de tomarlas como argumento. Una cosa es rechazar una metáfora inadecuada y otra muy distinta, refutar un argumento. Con frecuencia se mezclan: al argumento sigue el adorno de las metáforas.

Ej: Si los profesores más insignes se hallan perplejos ¿qué aciertos se pueden esperar de los médicos comunes?

Si para combatir estos grandes enemigos de nuestra vida se sienten sin fuerzas los gigantes ¿qué podrán hacer los pigmeos?

Referencias

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